INTRODUCCION AL ENEAGRAMA
El eneagrama es una clasificación de los nueve tipos de personalidad fundamentales de la naturaleza humana, representados en una figura geométrica de nueve puntas. Es una síntesis de muchas y diferentes tradiciones espirituales y religiosas y una condensación de la sabiduría universal, acumulada por diferentes filosofías (cristiana, budista, musulmana y judía).
Cada uno de los nuevo eneatipos se mueve por una pasión que le dificulta: ira, soberbia, falsedad (o vanidad), envidia, avaricia, cobardía, gula, lujuria, indolencia (o pereza). Las pasiones representan las nueve maneras principales de descentrarnos y distorsionar nuestro modo de sentir, pensar y hacer.
La verdad esencial que nos transmite el eneagrama es que somos mucho más que nuestra personalidad. La personalidad no es más que las partes conocidas y condicionadas de una gama de capacidades mucho más amplia que todas y todos poseemos. Más allá de las imitaciones de nuestra personalidad, cada persona existe como una vasta categoría, en gran parte no reconocida, de Ser o Presencia, lo que se llama nuestra Esencia.
En lenguaje espiritual podríamos decir que dentro de cada persona hay una chispa individual de lo Divino, aunque hemos olvidado esta verdad fundamental porque estamos dormidas y dormidos a nuestra verdadera naturaleza. No experimentamos nuestra naturaleza Divina, no experimentamos a las demás personas como manifestaciones de lo Divino. Más bien solemos volvernos duros y duras, incluso cínicos/as, tratando a las demás personas como objetos de los que hay que defenderse o a los que hay que usar para nuestra gratificación (Extraído de: “La Sabiduría del Eneagrama”; Richo, 2001)
DESCRIPCION DEL ENEATIPO TRES
En el Eneagrama, el Tipo Tres es el Triunfador. El tipo adaptable y orientado al éxito. Las personas tipo Tres son seguras de sí mismas, atractivas y encantadoras. Ambiciosas, competentes y enérgicas. Suelen preocuparse por su imagen y por lo que las demás personas piensan de ellas.
Normalmente tienen problemas de adicción al trabajo y de competitividad. En su mejor aspecto, el Tres sano se acepta a sí mismo, es auténtico, es todo lo que aparenta ser.
Los Tres tienden a concentrarse muchísimo en su profesión; los demás aspectos de su vida son secundarios al trabajo, y es posible que descuiden la salud y las relaciones debido al ritmo poco realista de trabajo y actividades. Convencidos de que en cualquier momento podrían perder la base material de su seguridad, piensan que deben nadar sin cesar para no hundirse; creen que sería un desastre abandonar sus muy estresantes hábitos de trabajo. Por ello, encuentran muy peligrosa la verdadera enfermedad, sea física o emocional, porque disminuye su eficiencia y productividad; unos pocos días libres podrían desmoronarlo todo.
También es característico un ritmo rápido que probablemente se ha desarrollado al servicio de la eficiencia, así como a partir de un deseo de sobresalir mediante una especial eficacia. También al servicio de ésta, existe un enfoque de la vida al tiempo racional y práctico, una tendencia a infravalorar el pensamiento que no sea lógico-deductivo y científico.
EL TRES CON ALA CUATRO: EL PROFESIONAL
Sano. Las personas de este subtipo creen que la autoestima proviene más del trabajo y la profesión que de cualidades personales. Desean que su trabajo sea sobresaliente y bien considerado, y con frecuencia ponen mucha energía en su profesión. Encuentran placer en cualquier profesión u «oficio» que hayan elegido y están dispuestas a hacer grandes sacrificios para mantener su integridad profesional. Aunque son diplomáticas y encantadoras, por lo general son más serias y orientadas al trabajo.
Medio. En las personas de este subtipo se mezclan una poderosa ambición y la inseguridad en sí mismas, lo que inevitablemente genera una enorme tensión. En cierto modo, aspiran a la perfección para evitar que se les rechace o humille como a inferiores. Sienten que en cada trabajo o proyecto ponen toda su valía personal. Suelen proyectar la imagen de competencia y aplomo, pero en lo social son más bien reservadas (a diferencia de las expresiones más extrovertidas y afables del otro subtipo). También podrían mostrar presunción y arrogancia, mezcladas con timidez y menosprecio por sí mismas.
«Los sentimientos son como las bandas de frenado en una carretera, sólo me hacen reducir la marcha.» (Testimonio de un Tres de estas características)
Envolver el yo como si fuera una mercancía
Cuando los Tres se sienten inseguros se protegen controlando con más cuidado su imagen. En lugar de dedicar su energía al desarrollo de sus verdaderos talentos, la dirigen a controlar la impresión que causan en las demás personas; con el fin de encontrar una fórmula triunfadora, van a hacer, decir o ser cualquier cosa que favorezca sus objetivos o los salve de una posible humillación, mediante la apariencia.
Creer que siempre tienen que causar la mejor impresión posible les supone un enorme y agotador esfuerzo; Esto implica un alto nivel de ansiedad e inseguridad que tienden a reprimir para continuar funcionando; el miedo de decir o hacer lo incorrecto o equivocado es constante; en ningún momento pueden bajar la guardia; por lo tanto, nunca pueden ser verdaderamente espontáneos ni revelarse a sí mismos.
Cuanto más insano haya sido el ambiente que rodeó al Tres en su infancia, más afectado habrá quedado su sentido de valía personal y más difícil le será encontrarlo y retenerlo. Se ve obligado a buscarlo en la aprobación y aceptación de los demás, aunque la aprobación y la aceptación que reciba nunca conseguirán que se sienta valorado y valioso. Esta herida narcisista se manifiesta en una sobrecompensación, es decir, en vanagloria. Hacerlo bien no es suficiente; necesitan ser famosos e importantes de alguna manera, esto les trae frecuentes decepciones y sensaciones de humillación.
También podrían ser seductores y dedicarse a rondar en busca de conquistas sexuales para reforzar su autoestima. Suelen vestirse y acicalarse de modos que atraigan la atención. Les preocupa su reputación; no sólo deben ser atractivos y deseables ellos, sino también su cónyuge e hijos, sus amigos, e incluso sus animales domésticos, aunque lo ideal es que los demás no sean tan atractivos ni deseables como ellos.
Cuando los Tres aprenden a abrazar su autenticidad, empiezan a salir a la luz sus cualidades esenciales. Tal vez la mejor palabra para definirlo es valía, el hecho de que somos valiosos porque existimos.
Esta idea se opone abiertamente a la cultura popular, que insiste en que sólo valemos si tenemos unos ciertos ingresos o ciertas cualidades físicas o cierta edad o historial profesional. Pero todas estas comprensiones más superficiales de la valía son sustitutos creados por la personalidad, que está desconectada de la realidad de su Ser, la fuente de todo valor verdadero. Cuando están dispuestos a arriesgarse a perder la aprobación de los demás para seguir los dictados de su corazón, los Tres pueden ser las personas sobresalientes que siempre desearon ser. Cualquier cantidad de amor o admiración que reciban les llega al fondo del alma.
El surgir de la esencia
Cuando logran conectar de nuevo con sus corazones, los Tres sanos son ejemplos del don esencial de la autenticidad, más que ningún otro tipo. Su comportamiento es auténtico; no tratan de ser ni más ni menos de lo que son realmente. Se vuelven sencillos y accesibles, revelándose tal como son con sinceridad y humildad.
Ser auténtico significa manifestarse tal como uno es en cada momento. Cuando los Tres están presentes, son sencillos y capaces de decir la verdad que les sale directamente del corazón.
La vanidad y el cultivo del atractivo sexual
La vanidad es una preocupación apasionada por la propia imagen o una pasión de vivir para los ojos de los demás. Vivir para las apariencias implica que el foco de interés no está en la experiencia propia, sino en la anticipación o fantasía de la experiencia de otro.
Más que una falta de veracidad en relación a los hechos (mentira), en la vanidad hay una falta de veracidad en relación a los sentimientos y una simulación.
Mencionado anteriormente, las características de autoembellecimiento y conservación del atractivo sexual, son rasgos evocados sobre todo por la imagen del espejo en la iconografía tradicional de la vanidad.
El cultivo del atractivo sexual va acompañado de frigidez, y en general hay un tipo especial de belleza vanidosa: una belleza de porcelana fría, de muñeca, formalista pero emocionalmente hueca.
Engaño y manipulación de la imagen
En el caso de los tres nos encontramos ante diferentes apariencias (a nivel de atractivo sexual, profesional…) mediante las cuales busca satisfacer la sed de ser y que, al mismo tiempo, encubren su vacío existencial. La pasión por exhibirse puede entenderse como la consecuencia de una temprana necesidad de atención y valoración, y también como la consecuencia de una confusión entre el ser y la apariencia (confusión entre la valoración extrínseca y el valor intrínseco).
MIS EXPERIENCIAS RESPECTO AL DOLOR
El dolor me paraliza, me inmoviliza, me da miedo, aunque pienso que se pasará, tengo que tener paciencia, no desesperarme, pero cuando el dolor es acuciante y no me deja andar, no puedo permanecer quieta, quiero andar, ando y veo las estrellas, lloro de desesperación en algún momento, lloro de dolor.
Lo que más me jode es no poder trabajar, no poder hacer cosas, no sé estar quieta, tengo que limpiar, me asusta que se me acumule la limpieza, el trabajo, me cuesta pedir ayuda a la gente. No quiero ser una carga para las demás personas.
En realidad, todo esto son excusas, me asusta estar tan en contacto conmigo misma. Tal es el susto, que inicio una gran actividad mental, pensando en todo.
Mi perro, pobrecito, él me entiende, se da cuenta de que no puedo sacarle y no me pide salir, se aguanta horas, me mira con extrañeza, quiere jugar, quiere ponerse encima de mi, quiere contacto, yo lo rechazo, me duele que me apoye hasta su ligera patita.
El dolor hace que esté pendiente de él (dolor) todo el día, que no me olvide de él. Hay diferentes tipos de dolor, el aguantable en el que me animo y me muevo, ando respirando hondo, para mitigarlo, este puedo llevarlo bastante bien, aunque me fatigo, me canso, quiero dormir constantemente. El otro tipo de dolor, es el latigazo inaguantable, que no me deja andar, ni sentarme, ni tumbarme, ni montarme en un coche, ese me desespera, el que me inmoviliza, me asusta, tanto dolor, tanta sensación de inutilidad, me tienen hasta que vestir, y ponerme los zapatos.
No quiero salir a la calle y que me vean las demás personas que no puedo andar, que he engordado por no poder moverme, que cojeo, es un atentado contra mi imagen. Debido a la medicación, al dolor y la fatiga, mi cara no está atractiva, esto hace que me sienta fatal, me maquillo para salir de casa todos los días. Busco ropas anchas, que me tapen sobre todo mis nalgas (más gordas y con una postura rara debida a mi hernia discal), que me favorezcan, aunque también por comodidad, me cuesta buscar ropa cómoda y que me siente bien. Además tengo que proteger la zona lumbar de manera que no coja frío, lo que hace que fastidie el que los demás puedan pensar que estoy más gorda. Mi obsesión por la imagen hace que no quiera ir a lugares donde me vean, no quiero entrar en ningún bar o cafetería, me aíslo en mi barrio, cercanías de mi casa, por no poder casi andar, pero también para ocultarme.
Me da miedo quedarme quieta, pienso que si estoy mucho tiempo quieta es posible que luego no me pueda mover, constantemente pruebo movimientos, límites, hasta donde puedo, hasta donde no, me enfado con el dolor, “déjame en paz”, me enfado con las demás personas, las que están cerca “dejarme en paz”, “no me toquéis”, no quiero estar con nadie.
Me adapto a arreglarme con cuatro cosas para comer, no puedo cocinar, no tengo casi hambre si soy yo la que tengo que cocinar, si me lo hacen como.
Me refugio en dormir, cuando duermo no siento dolor. Me refugio en pensamientos positivos y relajación: “Me voy a curar”, “Todo saldrá bien”, en visualizaciones curativas: visualizo mis vértebras con gran espacio intervertebral, visualizo energía curativa dirigida a la zona de la columna donde tengo mi lesión.
Más adelante, debido a mi aislamiento por inmovilidad, empiezo a echar de menos a las personas, el poder pasear, mi enfado con el mundo remite y empiezo a estar triste, anhelante. Empiezo a desear.
El dolor me hace buscar el por qué del dolor, y qué mas da, si está aquí, es mejor pararme a pensar qué me trae:
El dolor me ayuda a estar en una actitud de meditación casi constante. Constante observación de cada paso que doy, de cada movimiento, total consciencia del cuerpo, de la respiración, de la tos, de cualquier mínimo movimiento, y pensamiento. Constante reflexión de mi vida, de mis relaciones, de mis actitudes, de mis actos, de mi futuro (aquí aparece el miedo).
El miedo solo aparece cuando pienso en mi futuro, en mi vida futura (posible silla de ruedas, invalidez, no poder trabajar…), y también cuando pienso en un futuro movimiento, si estoy presente no hay miedo. Así, pues el dolor me proporciona la posibilidad de estar presente y sin miedo.
El dolor me ayuda a empatizar con otras personas que están impedidas, personas mayores, personas enfermas. También me ayuda a relativizar la importancia que le doy a la imagen, el sentirme cómoda, o con menos dolor, empieza a cobrar más importancia que mi imagen.
El dolor me trae un mensaje, “párate”, “estate en contacto contigo misma”, “piensa que te conviene, que no”, “qué quieres en la vida”, “deja de correr de un lado para otro, sin saber hacia donde vas”, “siente”. EL DOLOR ME AYUDA A SENTIR. En un eneatipo 3, esto es todo un logro, ya que la gran tragedia de los 3 es “no sentir”, los 3 nos sumergimos en la actividad, en mi caso sobre todo intelectual, para no sentir, el dolor al no permitirme la actividad, me facilita y obliga a sentir. Así que POR FIN SIENTO.
El dolor me hace parar mi ritmo frenético de vida, me tomo las cosas con más tiempo, hago todo con lentitud, siendo más consciente de mis pasos, de mi actividad, de mis movimientos. Me doy cuenta, de que puedo funcionar lentamente y no ocurre nada, todo lo contrario, me siento mejor.
EL DOLOR TRAE UN CAMBIO A MI VIDA, DEJO DE SER LA DE ANTES, PARA VER LA VIDA DE DIFERENTE MANERA, sin importarme tanto la imagen, el estar guapa y atractiva (propio de un 3), las actividades, todo esto deja de importarme. VALORO LAS PEQUEÑAS COSAS, Y AL MISMO TIEMPO, PROFUNDAS DE LA VIDA: el sol, la naturaleza, yo y mis sentimientos, las demás personas y sus sentimientos, poder disfrutar de comer, de reír, de andar, de cocinar, de moverme…
ME AYUDA A ESTAR EN CONTACTO CONMIGO MISMA, A SENTIR, A VALORARME POR LO QUE SOY (NO POR LO QUE HAGO), A VALORAR LOS SENTIMIENTOS Y LA AYUDA DE OTRAS PERSONAS (VEO QUE NO SON INTERESADAS COMO YO PENSABA) Y EN GENERAL CONSIGO SER MÁS AUTÉNTICA, SER YO.
Neo.
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