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Un buen día se materializó en mí una pregunta: ¿Como sería vivir en el campo? Comencé a percibir la posibilidad de dejarme guiar por una voz que siempre estuvo presente en mí y a la que no siempre correspondí. Sentía caminar hacia la Nada, hacia el Vacío ... Todo son palabras ... Un Vacío de intención de falsificar-me, de hacer-me de una forma concreta para deleite de un deseo ... Sentí que podía dejarme caer en en la sutileza de ver-me, de ver lo que Es en mí en cada instante. Este espacio, que es el tuyo también, me sirve como columna para vertebrar experiencias y organizar el poso que me dejan. Un lugar para exponerme y verme, exponerme y que me vean, y sobre todo, un lugar para Ser. Un espacio, un lugar y un tiempo presente, que no es otro que el cambiante devenir de acontecimientos que se procesan en "mí", materializando y dando luz a lo que permanecía en la latencia de lo innombrado. Un espacio virtual-real para expresar mi naturaleza y mundo interno. También puedes visitar mi canal de vídeos en http://www.vimeo.com/neodespierta.

martes, 29 de marzo de 2011

La locura: La nave del loco que lo cura.

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Percibo la "locura" en cualquier grado, desde la "normal" hasta la que es diagnosticada como patología, como lo que no se comprende de uno mismo cuando entra en juego el juicio interno o externo de que hay algo erróneo o enfermo en lo que uno está percibiendo como realidad, en su vivencia de la experiencia.

La apertura de una puerta en la intimidad de uno que le conduce a un pasadizo hacia la fragmentación interna que destruye la integración del Ser y le arroja a una vivencia de "aquí dentro"-"ahí fuera" que no puede gestionar.

La dificultad de encajar lo que uno vive por miedo a dejar de ser amado, ante la mirada del otro que teme a su vez por lo desconocido que presencia.

Se designó como locura hasta final del siglo XIX a un determinado comportamiento que rechazaba las normas sociales establecidas, la desviación de la norma. Del latín vulgar delirare, de lira ire, que significaba originalmente en la agricultura "desviado del surco recto".

Así se identificaba a los locos como un hombre o una mujer que realizaba actos extraños y destructivos, enfermizos, impropios del funcionamiento normal de la razón.

El concepto de "locura" fue empleado en Europa históricamente en diferentes contextos con diferentes significados, que retrospectivamente se sabe que correspondían a fenómenos distintos, que en la historia de la medicina se encuentran pobremente definidos y que en ocasiones eran incluso contradictorios. 

La cuestión de variaciones respecto a la norma eran aceptadas como "extravagancias" o como locura,  dependiendo de la región, la época o las circunstancias sociales del sujeto. 

Frecuentemente se manifiesta como una pérdida de control, en la que los sentimientos se muestran desinhibidamente. La conducta se desplaza fuera de lo racional y las consecuencias de los propios actos no se tienen en cuenta. Los actos pueden ser objetivamente absurdos e inútiles. La diferencia entre lo real y lo irreal puede desaparecer, viéndose perturbada la percepción de la realidad.

La pérdida de control es algo temido en nuestras sociedades "civilizadas y avanzadas" en las que los sujetos se controlan y someten constantemente a normalizaciones y estandarizaciones para pertenecer a una masa que funciona de manera igual y es aceptada por imprimir muy poca diferencia en su Ser y en su expresión.

De esta forma nadie se enfrenta a circunstancias muy desconocidas y no se producen fracturas en los paradigmas, ni individuales ni grupales, que pudiesen conducir a un permanente flujo de transformación de la experiencia de vivir y del sentido que tiene en cada uno, pudiendo la masa ser educada y dirigida por un mismo sistema, método o ley.

Lo racional, la razón, es lo que deviene como creencia producto de la constante programación de lo que es normal para todo el mundo y así construye un holograma de lo que es cierto y genera mecanismos para cegar cualquier otra percepción, vivencia o interpretación de lo que cada Ser experimenta en la vida.

Las características perceptibles de la locura abarcan un área amplia entre la actividad frenética y la catatonia. De un lado están los maníacos y en el otro lado los depresivos y apáticos, según se valora un extremo u otro de la raya que marca lo que es normal (la norma o ley) en términos, por ejemplo, de actividad.

A menudo se dan "disfunciones", así valoradas según lo que es normal, en las capacidades comunicativas, que pueden disminuir la inteligibilidad del discurso (cuando la compresión de una persona se da, por ejemplo, en términos verbales "normales") y pueden parecerse, por ejemplo, al habla de un niño pequeño, lo que por supuesto da mucho miedo cuando a un individuo no le parece razonable en un adulto expresarse así : repetición de porciones de frases, reduplicación, hablar con rimas simples, onomatopeyas o cantar canciones.

Aunque según el diccionario, locura significa “privación del juicio o del uso de la razón”, ni siquiera esta acepción ha sido siempre la usada. Antiguamente se creía que la locura, tal vivencia de la realidad, era consecuencia de maniobras sobrenaturales o netamente demoníacas. También se pensaba que actuaba en el hombre como castigo divino por la culpa de sus pecados. 

Haciendo un rápido recorrido por la historia, podemos ver como la locura y la razón, como toda polaridad en esta dimensión dual, han mantenido batalla por encontrar cabida en la existencia, por que justamente tras el hecho de considerar una determinada vivencia como anormal, diabólica, enfermiza o como se dice ahora, patológica, está el miedo a morir, a desaparecer, a dejar de existir, a la muerte.

En la Edad Media los leprosos pasaron a ser una imagen distinta del miedo. Temidos y repudiados por los demás, eran excluidos y encerrados en leprosarios mantenidos por el estado. Una vez desaparecida la lepra, su lugar es tomado por las enfermedades venéreas que pronto pasan a ser consideradas asuntos médicos. Hasta la segunda mitad del siglo XV, el tema reinante es la muerte, que aparece bajo el signo de las guerras y pestes que acompañan este período. 

Pero ya a finales del período, esta inquietud gira sobre sí misma. Los hombres dudan de todo y, al dudar también de la muerte, se abre una nueva perspectiva que permite burlarse de ella, porque la muerte sólo da cuenta de que la verdadera existencia está vedada a los ojos humanos, mientras la realidad sea sólo un espejo de sí, una proyección de uno.

En el Renacimiento, la locura surge como una nueva encarnación del mal. Es en este momento en que aparece la denominada "stultifera navis" (nave de los locos) que determina la existencia errante de estos seres molestos y que fue utilizada para eliminarles del territorio comunal ya que ponían en riesgo la seguridad de los ciudadanos. El furor "sin causa", por ejemplo, era concebido como un síntoma inequívoco de locura y un motivo de confinamiento en la nave de los locos. 

Sin embargo, este viaje no sólo hacía las veces de barrendero humano, sino que otorgaba al loco la posibilidad de purificación, sumado al hecho de que cada uno es entregado a la suerte de su propio destino, pues “cada viaje es, potencialmente, el último”.

A partir de Erasmo de Rotterdam y del Humanismo, la locura pasa a ser parte directa de la razón y una denuncia de la forma general de la crítica. Es la locura la que ahora analiza y juzga a la razón. Los papeles se invierten y dejan ver que una no podría sobrevivir sin la otra, pues ambas son una misma cosa que, en determinados momentos, se desdobla para revalidar su necesaria presencia en el mundo.

Sólo en el siglo XVII se dominará finalmente a la locura hasta nuestros días farmacológicos, a través del encierro, con el llamado “Hospital de los locos”, donde la razón triunfará por medio de la violencia, la dominación y la sumisión de otras formas de percepción, experiencia y vida.

"La sabiduría inoportuna es una locura, del mismo modo que es imprudente la prudencia mal entendida".  Erasmo de Rotterdam.

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Una vez viví un viaje. Todavía no sé si fue producto de mi imaginación, de la ingesta de plantas o simplemente un sueño. Como dice Calderón, "todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende". Así que qué más dá el tipo. Los sueños, sueños son.

Desperté en el lugar en el que me hallaba pero algo había cambiado. El suelo y las paredes no eran de la firmeza a la que había estado acostumbrado. Las texturas se tornaron un valle de profundidades de formas. Los colores eran de una intensidad que nunca antes había experimentado. Y podía ver la energía o el aura de las cosas.

Estando así apareció de la nada una amiga. Me dijo que tenía ojos de loco. Yo me reí. Le dije "¡pues anda que tú!, no te ves!. Me reía todo el tiempo. No había separación entre lo que experimentaba, sentía, veía, pensaba, decía y hacía. Era Uno, unícido y fluído, espontáneo y natural, como un niño.

Con tanta risa (tanta es un decir, un juicio que surje en mí ahora ante la mirada de mí en aquel instante), apareció en la escena una persona que velaba por nuestro bienestar y por el de los demás. Nos dijo que para permitir el proceso de otros que quizás necesitaban el silencio, podíamos salir fuera y expresarnos allí a través de la risa.

Le dije "veo el miedo en tus ojos". Sentía que tenía miedo de que algo se fuese de las manos, de perder el control, de que perdiese el control. 

Llegué a la conclusión de que estaba loco pero como estaba loco no me importaba nada. Le dije "claro, como estoy loco quieres que salga de aquí, para no molestar el proceso de los otros" y salí riéndome.

Desde luego fue algo extraordinario por que tuve la oportunidad de ver la naturaleza, el cielo, el universo, de sentirlo, de experimentarlo, de una manera que nunca antes había experimentado.

Podía percibir la naturaleza de los pensamientos, de las creencias, de las convicciones. Así, cuando alguien me decía algo, veía aproximarse hacia mi un conglomerado energético condensado en sonido que pretendía fijarse en mí, acoplarse, programarme y hacerme ver de esa manera. Me reía. Justo antes de que el "parásito" ingresase en mi organismo de Ser, me desvíaba de su trayectoría para que no impactase y se acoplase en mí. Me reía diciendo "¡eso es un pensamiento!".

No sólo podía percibir la naturaleza de las cosas en esa nueva experiencia sino que también podía percibir los procesos de los eventos, de la creación, el viaje y de la materialización de cada cuestión.

Así por ejemplo percibía la temperatura externa como algo que no era yo, y que iba a tardar todo un "tiempo" en llegar a mí, en identificarme con ella y hacerla mía, sintiendo por ejemplo que "tenía frío". "El frío está ahí, lejos", decía, mientras me reía de pura comprensión de la existencia.

Estaba tan feliz que amaba a todos los Seres y podía apreciar sin juicio los eventos internos que les acontecían, cual había sido su recorrido, su proceso, y que es lo que les estaba aconteciendo en ese efímero y permanente presente de segundo en segundo.

Así por ejemplo vi que una persona se caía al suelo y se golpeaba para expresarle que estaba muerto y que tenía la oportunidad de renacer en ese mismo instante y abrazar toda la experiencia.

Podía percibir que cada cosa que le ocurría a alguien era un reflejo de algo interno y procesual que procuraba ilustrar la experiencia del Ser.

Estando en esas me di cuenta de que mi lenguaje era muy básico así como mi expresión externa y que todo lo que acontecía "en mí" era practicamente innombrable por la rapidez en la que se sucedían las percepciones, mi presencia permanente en cada segundo en la que el segundo anterior era ya pasado y no existía, y la ausencia de vocabulario asociado a formas predeterminadas.

Era un permanente proceso presente. Me reía y decía "es que... vamos... ¡claro!". Una permanente e infinita comprensión.

Así por ejemplo, no distinguía objetos y empezaba a recorrerlos como si fuesen, que de hecho eran, completamente nuevos a mis ojos. Un seto no era un seto sino un conjunto de formas y colores que dibujaba una silueta que solo podía experimentar y descubrir.

La densidad de la materia se había disuelto y lo que veía eran nebulosas energéticas suspendidas en la existencia. Me daba lo mismo ponerme una bolsa en los pies que un zapato, por que hasta que no lo miraba muy de cerca, no veía diferencia entre una cosa y otra.

No percibía diferencia entre una cosa y otra y todas las cosas que existían me hablaban y yo seguía el impulso de escucharlas y dejarme indicar por ellas: una piedra, un árbol, la luna, ...

Pasé por diferentes fases de locura. Esta del principio fue una fase en la que expresaba hacia afuera, me reía, decía lo que me salía, no controlaba la voz. Llegó un momento, entre la mirada del otro y los mensajes que me llegaban, y la bajada de la excitación del viaje, que me fui yendo hacia dentro.

Comencé una fase en la que establecí diálogos internos que en ocasiones no podía controlar y se me salían hacia afuera. Así por ejemplo, comenzaba una frase "dentro de mí" y la terminaba "afuera", verbalmente. Bien pudiera ser que desde "afuera" no se entendiese lo que decía y todo lo que vivía en mi "mundo interno".

Empecé a percibir entonces la naturaleza pesada y lenta de los procesos del cuerpo: desde que "sentía ganas de fumar" hasta que fumaba pasaba "mucho tiempo", desde que sentía que mi organismo se disponía para evacuar hasta que iba al baño pasaba un largo proceso, desde que me sentaba en la taza del water hasta que excrementaba sentía como todo se iba organizando sin que mi voluntad pudiese intervenir.

Podía intentar forzarlo, pero la realidad era que no dependía de mí. Solamente podía presenciar los acontecimientos y vivenciarme como un proceso que no dependía de mí. Y al mismo tiempo la conciencia, la presencia y la observación de todo jugaba un papel en la experiencia.

Poco a poco fui dejando de encontrar estímulos "afuera" y ya solo me salía estar "dentro". Cada uno estaba en su experiencia y en su proceso y no tenía sentido para mí vivir otra cosa que no fuese una permanente comprensión de mi proceso de existencia. Supongo que desde "afuera" pudiera parecer que estaba en estado catatónico.

Y así cuando desperté, aquel sueño había sido parte del proceso de mi experiencia en la vida y todo lo que había presenciado e integrado formaba ya parte de lo que era en ese momento. Tal y como lo ví, todos somos y todo es una estela de presentes en constante transformación, cual vía láctea, en la que pasado, presente y futuro, dentro y fuera, arriba y abajo, no son más que parte de una experiencia única, unida y unícida, que tan solo se separa y fragmenta cuando entra en juego el juicio, la valoración y el diagnóstico de que algo no es normal y que debería ser distinto.

Soliloquio de Segismundo en La vida es sueño.
Pedro Calderón de la Barca





Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe prestado, 
en el viento escribe, 
y en cenizas le convierte la muerte, 
¡desdicha fuerte!

¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,  
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Neo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Amistad



La primera amistad ha de ser con uno mismo, y en muy contadas ocasiones se encuentra a una persona que sea amigable hacia sí misma. Somos enemigos para nosotros mismos, y en vano esperamos poder ser amigos de otros.

Se nos ha enseñado a condenarnos. El amor a uno mismo se ha considerado como un pecado. No lo es. Es el cimiento de los demás amores, su misma fundación. Solo a través del amor a uno mismo resulta posible el amor altruista. Porque el amor a uno mismo ha sido condenado, todas las demás posibilidades de amor han desaparecido de la Tierra. Ha sido una estrategia muy astuta para destruir el amor.

Es como decirle a un árbol: «No te nutras a través de la Tierra; eso es un pecado. No te nutras de la Luna y del Sol y de las estrellas; eso es egoísmo. Sé altruista... sirve a otros árboles». Parece lógico, y ahí radica el peligro. Parece lógico: si quieres servir a otros, entonces sacrifícate; el servicio significa sacrificio. Pero si un árbol se sacrifica, morirá, no será capaz de servir a ningún otro árbol; no será capaz de existir.

Al hombre se le ha enseñado: «No te ames a ti mismo». Ese casi ha sido el mensaje universal de las así llamadas religiones organizadas. No el de Jesús, pero desde luego del cristianismo; no el de Buda, pero sí del budismo... todas las religiones organizadas han tenido una enseñanza: condenaos, sois pecadores, no valéis nada.

Y debido a esa condena, el árbol del hombre se ha encogido, ha perdido lustre, ya no puede regocijarse. La gente se arrastra de algún modo. La gente no tiene raíces en la existencia... está desarraigada. Intenta ser de ayuda a otros sin conseguirlo, porque ni siquiera ha sido amigable consigo misma.

(Desconozco el autor del texto)


Neo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Los hilillos locos de mi corazón

Por María Jesús Senin Boza

Me amo en tí,
  gracias por existir. Juanan
  Te siento y en  mi corazón
  se contrae el universo
  expandiéndose a cada célula de mi cuerpo
  en una exaltación unificada de alegría, gratitud,gozo,
  en una irremedieble entrega, al palpitar de mi ser,
  ante tanta preciosidad
  que me deja sin aliento,
  para sentir el tuyo,
  que estaba escondido,
  esperándome en el vacío,
  haciéndonos uno,
  en el mismo latir-flluir, en la danza divina del amor.
  Sostenida en mi absoluta desnudez,
  en tí,
  en tu abrazo completo de cuerpo y alma.
  Donde experimento desde adentro
  que estoy en casa
  que dejé de buscarte
  cuando nos encontramos,
  porque aquí, en casa,
  fué donde estuvimos siempre,
  donde nos reencontramos,
  donde nos celebramos.
  Amarme en tí es un regalo
  que me cuesta aceptar,
  y al mismo tiempo es....Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii,sí ,Sí.

  Gracias,gracias,gracias.



Abortar, qué dolor tan profundo.
Decir no, por miedo, por sentirme sola,
por sentir que es mucho para mí,
por sentir que no puedo ni con-migo,
por sentir que la vida me quita,
que el universo no me acoge,
que no tengo nada para dar.

Cuantas cosas he abortado en mí, de mí.
Solo por miedo sin dejar nacer,
sin dejar brotar en mí.
De ellas aprendí a decir siiiiiiiiiiiii,
a la experiencia de lo que nace,
de lo que va fluyendo en cada momento en mí,
acompañando, dando la mano a mí niña,
aprendiendo a vivir, a ser este único momento de existencia,
agradeciendo estar aquí, comprobando que es mentira, mi indudable verdad,
la que me separa de tí, y que soy yo misma trasladada en tí,
dandote las gracias por existir.
La madre. 




La Madre, la experiencia, la manifestación,
El Padre, saber y sentir dentro de tí
que detrás de cada experiencia
solo hay Amor
que es lo que eres,
detrás de cualquier máscara
que solo usaste por sentir miedo,
para protegerte.

VIVE, que es ahora.
Comprueba que no eres eso.
No acompañes con tu culpa a un muerto (la misma situación)
que ésta te entierra en vida
y más abajo al muerto.
La culpa separa,
a tí de tí,
a tí de los otros,
para no dejar morir,
para seguir ni aquí ni allí
sin dejar morir, sin dejar vivir.
No hagas por mí,
no te justifiques en los demás.
Sal de la cárcel,
deja de vigilar al preso
que solo eres tú.
Permítete, hazte LIBRE.
Tu permitirte hace permitir
y libre a cada Ser, a cada relación.
Libérate y libera
que tu destino no es otro
que la vida,
una celebración.
Gracias Padre-Madre por ayudarme-nos
a perdonarnos y perdonar.
Si, sí ,sí, permitir.
Gracias por existir
Me amo en tí
Te amo 





Dentro de nosotros mismos
hay algo que no tiene nombre,
y eso es lo que realmente somos.
Sindel Ave Fénix.
(http://www.youtube.com/user/sindel005?email=profile_comment_received#p/a/u/0/-P5QYcRhIwo)